miércoles, 8 de octubre de 2014

Beethoven: Sinfonía nº 1 en Do Mayor, Op. 21

Ludwig van Beethoven (1770-1827) ha sido, posiblemente, el más importante compositor sinfónico de la historia de la música. Sus nueve sinfonías, un impresionante corpus de obras maestras absolutas, fundamentales en el repertorio de cualquier orquesta profesional, forman una de las grandes "bisagras" de la música clásica, ya que a través de ellas se resume y se cierra el Clasicismo y se anuncia y se instaura (y en algunos aspectos casi diríamos que se supera) el Romanticismo.

Pocos compositores han sido capaces de experimentar en apenas 25 años una evolución estilística tan extraordinaria, desde 1800, año de estreno de la Primera Sinfonía, hasta 1824, cuando se presentó la Novena, lo que constituye un logro sin paragón en la historia de la música occidental.

Casi con los mismos medios que sus predecesores (Haydn y Mozart), con la inclusión tan solo de algunos instrumentos de viento suplementarios en la plantilla orquestal, Beethoven fue capaz de crear un nuevo estilo y un nuevo sonido sinfónico, mediante la incorporación y el desarrollo de algunos elementos muy característicos, entre los que podemos destacar su escritura orquestal basada en bloques sonoros, la utilización de grandes contrastes dinámicos, la técnica del desarrollo motívico llevada a su máxima expresión o la inclusión del Scherzo como sustituto del Minuetto en la estructura de la sinfonía.

Resulta imposible definir en una líneas el genio, la tensión dramática, la potencia expresiva y la fuerza espiritual que encierran las sinfonías de Beethoven. Por ello preferimos acudir a las palabras del musicólogo Roland de Candé, cuando dijo: "Beethoven engrandeció las formas tradicionales de tal manera que estas parecen eternas y capaces de contener toda la invención musical del futuro".

Abordar una sinfonía completa de Beethoven está fuera de las posibilidades de una orquesta de estudiantes de grado profesional, pero la grandeza de esta música hace que merezca la pena realizar el esfuerzo de acercarse a algunos de los movimientos técnicamente más asequibles. Si el curso pasado pusimos en atril el primer tiempo de la Quinta Sinfonía, este año vamos a atrevernos con la Primera.

En el siguiente video podemos ver y escuchar un útil y curioso análisis con códigos de colores de la Sinfonía nº 1 de Beethoven, en el que se nos indican las principales secciones en las que está dividida la obra, lo que nos ayuda, de forma rápida e intuitiva, a comprender muy fácilmente su estructura.



Para los que prefiráis ver a los músicos en acción mientras escucháis la sinfonía, de todas las grabaciones disponibles en la red os propongo disfrutar con la espléndida versión de Christian Thielemann y la Filarmónica de Viena. El trabajo de la orquesta es, como no podía ser de otra manera, impecable, tratándose de los filarmónicos vieneses. En cuanto al director, a pesar de sus formas algo heterodoxas (excesivos movimientos de cabeza en algunos momentos, una particular gestualidad que impulsa manos y brazos hacia arriba, o su curiosa costumbre de inclinarse mucho hacia la orquesta flexionando rodillas y tronco), estamos, sin duda, ante uno de los grandes maestros europeos del momento. De sus muchas cualidades, destacaría su austeridad, sinceridad y honestidad ante la música y ante la orquesta, lejos de amaneramientos y poses artificiales. Thielemann, que fue asistente de Herbert von Karajan, es un director forjado como maestro concertador en diversos teatros de ópera alemanes (está considerado el gran especialista en Wagner de nuestros días), lo que ha influido sensiblemente en su técnica directoral, en la que prima la eficacia por encima del espectáculo.



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