lunes, 27 de octubre de 2014

Johann Strauss (hijo): Vida de artista (Vals)

Se le suele confundir a menudo con su padre, Johann Strauss (1804-1849), que fuera conocido en su época como "el rey del vals" (autor, entre otras, de la famosísima Marcha Radetzky, pieza que cierra siempre el concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena), pero fue Johann Strauss hijo (1825-1899) el que dotó al vals vienés de verdadera envergadura sinfónica, con un puñado de títulos magistrales (El bello Danubio azul, Vals del Emperador, Rosas del sur, Cuentos de los bosques de Viena, Sangre vienesa, etc.) que elevaron y ennoblecieron el género de forma extraordinaria.

Además de sus 170 valses, su producción de música "ligera" incluye numerosas marchas, polkas y contradanzas. También compuso una ópera (Caballero Pásmán) y un ballet que quedó incompleto (Cenicienta), aunque sus obras más apreciadas son dos de las quince operetas de su catálogo: El murciélago y El barón gitano.

Johann Strauss fue un músico muy conocido en su época y admirado por grandes genios de la composición, como Liszt, Wagner, Brahms, Richard Strauss (que no tenía ningún parentesco con él) o Ravel (que se inspiró en su música para componer La valse). Es célebre la anécdota con Brahms, cuando la hija de Johann Strauss se acercó a pedirle un autógrafo y el compositor de Hamburgo escribió en la hoja unos compases de obras de Strauss y anotó: "Por desgracia, esto no lo escribió Brahms".

Uno de los valses más conocidos y de mayor encanto de Strauss es, sin duda, Vida de artista, compuesto unos días después del éxito que supuso el estreno de El bello Danubio azul (1867). Su plasticidad, su gracia y su inspiración melódica, con un torrente de temas memorables que se encadenan con absoluta elegancia, hacen de él una de las creaciones más brillantes del compositor austriaco.

Os propongo la audición de dos versiones realmente extraordinarias de este vals, firmadas por dos grandes de la batuta, ambos al mando de la Filarmónica de Viena. La primera es la de uno de los maestros más geniales de la historia de la música, un verdadero mito de la dirección orquestal: Carlos Kleiber (en esta grabación del Concierto de Año Nuevo de 1989, el vals Vida de artista comienza en el punto 35:38 del video).


La segunda versión, correspondiente al Concierto de Año Nuevo de 2002, está dirigida por el siempre imaginativo y exquisito Seiji Osawa.


La versión de Kleiber es quizá más musical, fluida y expresiva, con su especial gestualidad tan redonda y elegante, verdaderamente insuperable (solo le falta ponerse a bailar el vals...). En cambio, la dirección de Osawa creo que destaca por el control y la precisión de su gesto y el bellísimo sonido extraído de la orquesta, con un empaste y un balance sensacionales.

Es muy difícil decantarse por una de ellas. ¿Qué versión os gusta más a vosotros? ¿La de Kleiber o la de Osawa? Espero vuestros comentarios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario